En estos últimos tiempos los niños traen un patrón de comportamiento que difiere de todo lo conocido hasta hoy. Son grandes desafíos para sus padres y educadores.
Desde nuestra vieja mirada son niños “ problema” que no respetan las reglas ni los patrones preestablecidos de conducta, niños que no responden a los códigos de comunicación conocidos a los cuales es difícil motivar y conseguir su atención.
Estos niños presagian un cambio de conciencia. Tienen internalizados los códigos para construir el nuevo mundo, una nueva estructura con formas que tengan como base la unidad y el amor.
Vivencian todo como una unidad y ven un propósito más elevado detrás de todas las cosas, perciben todo interconectado.
Tienen el propósito de elevar la vibración de quienes los rodean, empezando por su entorno más inmediato.
Son el futuro que irrumpe y choca contra nuestras propias rigideces y puntos ciegos que nos impiden ver el motivo de su llegada a nuestra vida.
Ellos poseen cualidades que están relacionadas con nuestras propias carencias y las de nuestra civilización.
Pensemos: ¿Qué cualidades humanas se están perdiendo en el mundo tecnológico y acelerado de hoy? ¿Qué está faltando en nuestra familia? ¿Qué estoy necesitando despertar en mí?
Cada nuevo niño es una respuesta que podemos aprender a decodificar.
Gracias a mi trabajo, hace ya más de 25 años que interactúo con los niños y sus familias.
Esto me ha permitido experimentar vivencialmente los cambios que han traído las nuevas generaciones y descubrir sus características, dones, necesidades y formas de decodificar su mensaje.
Lo primero que me mostraron era que si quería ayudarlos no podía quedarme afuera como un observador ajeno a la situación o conflicto que se presentaba ante mí, ya que yo era parte tanto del problema como de la solución.
Esto me llevo a conocerme más a mi misma y a descubrir que cada uno de los niños que llegaban a mi reflejaba tanto mis limitaciones y bloqueos como mis dones y talentos.
Que cada uno de ellos era clave para mi propio auto-descubrimiento y auto-sanación.
Cada encuentro es una nueva posibilidad de completarme y poner luz a lo que no conozco de mí.
Esto a su vez me permite encontrar respuestas a sus necesidades, síntomas y comprender más profundamente cómo contribuir con ellos y sus familias a develar qué se esconde detrás de cada palabra no dicha, de cada conducta, de cada diagnóstico ….
Cambiar mi percepción y soltar los conceptos preestablecidos es lo que me permite aprender de su mano sobre los niños de esta nueva generación.
Los invito a conocerlos y conocernos…
A mirarlos y a mirarnos con nuevos ojos…
A darnos la oportunidad de reconocernos a través de ellos, recuperar lo que hemos olvidado para facilitarles el camino y poder ocupar nuestro lugar en la construcción del nuevo mundo que se avecina.
Sandra Aisenberg, facilitadora de la Técnica de Decodificación de la Memoria Celular y co-autora del libro “Tu hijo como espejo”, entre otros.