EL PODER DE UNA MIRADA
Papá, mamá … ¡Miradme a los ojos!
Poneos a mi altura y miradme directamente a los ojos.
Con ojos de niño, de niña… ¡No importa! Pero que sea una mirada transparente para
que nos encontremos. ¡Así será más fácil, ya lo veréis! Vais a ser mis referentes y
necesito conoceros, ver vuestra alma y también sentirme visto. Sentir que descubrís mi
esencia y me aceptáis incondicionalmente.
Con ojos seguros porque no quiero moverme en arenas movedizas y tengo que
conocer bien los límites para sentirme a salvo. Miradme con ojos pacientes y
generosos, pues tengo que aprender muchas cosas, ¡muchísimas!, y no va a ser fácil
para mi… Con ojos que inspiren y alienten, pues tengo que creer en mí. ¡Tenéis que
hacerme más grande de lo que yo mismo creo ser! Con una mirada que confía y así,
me respalde y fortalezca.
Con ojos cómplices, pues así sabré que cuando me sienta triste, impotente y tenga
miedo, el mejor lugar donde puedo estar es con vosotros.
Con ojos curiosos, incansables, que quieren descubrir quién soy y que me permitan
serlo, dándome el espacio necesario para que pueda expresarme, descubrirme,
mostrarme al mundo con humildad y con toda mi belleza.
Una mirada sin juicios que legitime mis errores y los convierta en oportunidades de
aprendizaje. Una mirada perseverante que me explique que voy a caer muchas veces,
que no hay respuestas para todo y que todos nos perdemos y nos encontramos en el
camino.
AEIOU