Los cinco SÍes de la Educación, por Francesco Tonucci

El investigador y pedagogo italiano es partidario de dejar a los niños tiempo para jugar porque así podrán desarrollar ideas que enriquezcan el diálogo en la clase. 

Tonucci aboga asimismo por fomentar la participación y el trabajo colaborativo: crear conocimiento entre toda la comunidad escolar.

Los maestros están para “ayudar a los niños a desarrollar sus capacidades” y las escuelas deberían ser “el lugar idóneo para que el niño pueda encontrar su naturaleza y luego desarrollarla”.

SÍ a la confianza en los niños.

Saber que los niños saben es la primera premisa. Tenemos que confiar en la competencia y la capacidad de los niños. A partir de ahí, todo el planteamiento anterior que arrastramos se derrumba: la idea de que la escuela está hecha para niños que no saben y que por tanto ellos tienen que escuchar y nosotros, los maestros, hablar, porque nosotros sabemos y ellos no… Todo eso es equivocado: los niños saben.

Sí a escuchar a los niños

Escuchar a los niños significa que tenemos que abrirnos al mundo que ellos llevan consigo a la escuela. Y este es el material principal de la escuela. La capacidad de abrir los oídos al mundo interior de cada alumno lleva implícita una tercera consecuencia

SÍ a las diversidades

Las diversidades son la riqueza, la igualdad es la pobreza de la educación. Tonucci propone incluso mezclar las edades: no tiene sentido que tengan todos ocho años, deberían ser grupos heterogéneos para aprovechar esta diversidad. La diversidad de la raza, de las capacidades, del género, la diversidad de la educación de proveniencia… todo eso enriquece la escuela. Habría que sumar a todas estas diversidades la de la edad. La consecuencia de este ‘SÍ’ conlleva una quinta premisa para mejorar la educación…

SÍ a los muchos lenguajes

La proyección de la diversidad en la escuela es que ésta reciba a cada alumno con sus distintas particularidades y en función de ellas, les ofrezca posibilidades de expresión diferentes, como prevé el artículo 13 de la Convención de los Derechos del Niño que hace referencia a la libertad de expresión.

SÍ a los últimos

El objetivo de una escuela pública (entendiendo por ella una escuela abierta a todos, no importa si la gestión es privada o estatal) es la de ser la escuela de los últimos. Los últimos deben ser nuestros preferidos, los que necesitan más que todos, porque no tienen una posibilidad alternativa. Solo la escuela puede ayudarles a recuperar las lagunas que la vida le ha dado naciendo con dificultades… económicas, culturales… con lo cual deben ser los alumnos preferidos.